Técnica y consejos

Recién iniciados en esto del digiscoping, el primer handicap a superar que se nos plantea es ¿cómo unimos la cámara al telescopio? Una forma de hacerlo, la más sencilla, consiste en colocar manualmente la cámara sobre el ocular del telescopio. Pero este sistema ofrece molestos trastornos, pues es difícil enfocar (se ha de prestar atención a alinear correctamente el objetivo de la cámara con el ocular del telescopio), además es cansado y un alto número de fotografías salen desenfocadas debido a la trepidación de la cámara (debido al propio pulso o al movimiento producido al pulsar el disparador). Sin embargo, esta forma de fotografiar es rápida, por lo que nos puede ayudar a certificar gráficamente alguna observación de interés (aunque sólo sea de forma testimonial). Sin embargo, si lo que perseguimos es obtener fotografías dignas, con cierta calidad, entonces el uso de un adaptador se hace de uso obligado [ver la sección Equipo básico - Adaptador].

Una vez acoplada la cámara al telescopio podemos comenzar a realizar fotografías. Para irse haciendo a la técnica del digiscoping, es aconsejable comenzar practicando con algún objeto inmóvil y lo suficientemente grande como para poder realizar un correcto enfoque. Los comienzos no son fáciles, por lo que al principio, lo normal será que un elevado número de tomas se vayan directamente a la basura (aunque no hay problema, pues con una digital las fotografías te salen gratis), sobre todo cuando comencemos a fotografiar aves (éstas normalmente no permanecerán quietas durante largo tiempo). Localizar al sujeto, enfocar correctamente y tomar la fotografía antes de que el ave se mueva (o se vaya) requiere de mucha práctica (y también suerte).

Ajustes de la cámara 

Para la práctica del digiscoping es necesario realizar algunos cambios en los ajustes de la cámara que vienen predefinidos de fábrica. Hemos de comenzar señalando que no existe una configuración universal ideal, pues cada digiscoper tiene sus propias preferencias en función del equipo disponible y de la práctica conseguida. Una configuración determinada que ofrece buenos resultados a un fotógrafo concreto no tiene por qué ser la más indicada para otro, que en la misma situación puede desenvolverse mejor variando algunos parámetros. En cualquier caso, sí que se dan una serie de ajustes que son más o menos similares en una gran mayoría, de modo que algunos de los "grandes maestros del digiscoping" configuran sus cámaras de la siguiente manera:

Pasos previos al inicio de la sesión 

En realidad, una sesión digiscopera comienza antes de realizar la salida al campo, de modo que en una buena planificación radica la clave para que la jornada culmine con éxito. Conviene tener en cuenta una serie consideraciones que, si bien en un primer momento podrían parecer carentes de importancia, llegado el momento pueden jugar un papel fundamental en el campo. Un detalle muy importante, y que no siempre se tiene en cuenta, es la elección de una vestimenta adecuada para nuestra incursión campestre, escogiendo colores con tonalidades oscuras y discretas (verde oscuro, azul marino, marrón, negro), y evitando aquellos otros más llamativos (amarillos, rojos, verdes brillantes...) que contribuyan a delatarnos con excesiva facilidad ante los animales. Esto resulta especialmente importante si vamos a montar el equipo al descubierto, sin la utilización de un hide o del coche. Habrá que revisar todo el equipo para comprobar que el material se encuentra en perfectas condiciones, como por ejemplo asegurarse de que las baterías están correctamente cargadas, que se dispone de suficiente soporte para el almacenamiento de las imágenes o que en la mochila están incluidos todos los accesorios necesarios. También conviene proveerse de alimentos y bebida que eviten desfallecimientos (especialmente en jornadas duraderas y calurosas), informarse convenientemente si la zona que tenemos pensado visitar requiere de la obtención de permisos especiales para poder realizar fotografías, etc.

Asimismo, hay que tener en cuenta que los resultados obtenidos van a ser diferentes según la hora del día o la época del año en que sea realizada la fotografía. Las mejores condiciones para fotografiar se dan cuando la luz es suave, de forma que se pueden conseguir imágenes uniformes, con ausencia de grandes contrastes, que permiten apreciar los detalles de los sujetos. En verano, estas características se dan durante las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde; por el contrario, deben evitarse las horas centrales del día, que es cuando la luz es más dura, se da un fuerte contraste entre las luces y las sombras, y la temperatura del color es alta por lo que se hace aún más necesario realizar una correcta medición del balance de blancos, así como también conviene subexponer con –0.3 a –0.7 EV. para compensar el exceso de luz. En estas situaciones con fuertes contrastes, el control de la exposición ha de ajustarse en las zonas claras de la imagen para evitar que queden sobreexpuestas, algo que tendrá muy difícil tratamiento (o ninguno) durante el retoque posterior. Al igual que sucede con las reverberaciones producidas por el fuerte calor, habrá que tener en cuenta que resulta complicado conseguir imágenes nítidas en zonas donde existen grandes concentraciones de agua, debido en este caso a la evaporación del agua. En invierno estas diferencias horarias no son tan manifiestas, por lo que se puede digiscopear normalmente todo el día ya que la ausencia de calor permite obtener imágenes más limpias y nítidas.

También señalar que, independientemente de la época del año en que nos encontremos, el aprovechamiento de jornadas nubladas suelen ofrecer muy buenos resultados cuando los sujetos están próximos, precisamente por la ausencia de los fuertes contrastes mencionados anteriormente. En estos casos, si se utiliza una compacta para sacar el mayor rendimiento de la luz existente habrá que tirar a ISO 200 (una sensibilidad mayor no se recomienda, pues la aparición de grano es excesiva y convierte en intratable la fotografía), aunque con las réflex es diferente, ya que es posible subir a ISO 400 o incluso ISO 800 sin que la imagen se vea perjudicada por la aparición de grano. No debe preocuparnos que las imágenes aparezcan subexpuestas, ya que si están correctamente enfocadas se pueden conseguir resultados realmente increíbles una vez tratadas debidamente en el ordenador mediante un programa de retoque fotográfico.

La elección del lugar adecuado 

La forma más práctica de obtener resultados positivos consiste en instalarse y mantenerse a la espera en un lugar concreto, convenientemente estudiado con antelación, de forma que se tenga constancia de la presencia de bebederos, perchas, comederos, etc. donde los animales acuden regularmente. Un buen conocimiento de sus costumbres contribuye a aumentar las posibilidades de culminar con éxito una prometedora jornada, pues entre otras cosas sabremos dónde buscarlo, a qué horas muestra una mayor actividad y si es confiado o esquivo.

Una vez encontrado el lugar ideal habrá que intentar mimetizarse lo mejor posible en el entorno para que no destaque nuestra presencia. Para ello disponemos de varias opciones. La más sencilla de aplicar, aunque no siempre es posible el poder hacerlo, consiste en aprovechar alguno de los muchos observatorios que hay situados en los humedales españoles más importantes, y que presentan la virtud de estar estratégicamente situados precisamente para realizar un correcto seguimiento de la avifauna presente en la zona; también se puede colocar el equipo al abrigo de la vegetación existente, y que podremos disimular aún más con el empleo de alguna red de camuflaje. La opción más compleja y sofisticada consiste en montar un hide, que también será convenientemente camuflado entre la vegetación circundante.

Otra alternativa a todo lo anteriormente mencionado consiste en utilizar un vehículo a modo de escondite, un recurso bastante recurrido y que proporciona grandes satisfacciones, pues muchas especies están habituadas a su continua presencia y no lo reconocen como un peligro. Por lo tanto, fotografiar desde el interior de un vehículo posibilita el acercamiento a numerosas especies, algunas de ellas tan esquivas que resultaría impensable poder conseguir un primer plano si intentáramos hacerlo al descubierto. Podemos camuflarnos todavía un poco mejor si colocamos por encima del coche alguna red de camuflaje que contribuya a ocultar nuestra silueta. Sin embargo, la utilización de este peculiar escondite está limitado a aquellas zonas que son transitables por vehículos, puesto que en zonas inaccesibles o restringidas habrá que optar por alguno de los métodos señalados con anterioridad. Se puede montar el equipo aprovechando como soporte el cristal de la ventanilla del coche mediante el empleo de una pinza (por ejemplo las comercializadas por las marcas Manfrotto, Opticron o Bushnell), aunque este proceder presenta el inconveniente de que parte del telescopio queda fuera y suele terminar asustando a los animales más cercanos; además, habrá que ser cuidadosos cuando se manipule el equipo, pues un movimiento brusco, unido al sobrepeso que supone colocar el conjunto en un soporte tan frágil, podría terminar dañando el cristal de la ventanilla. Existe otra opción mucho más discreta, que consiste en montar todo el equipo sobre el asiento del copiloto (o en la parte posterior del vehículo, según modelos), de forma que permanece en el interior del habitáculo, pudiendo maniobrar libremente sin llamar la atención del sujeto. El estar instalados en el interior del coche proporciona algunas otras ventajas tales como la protección contra el viento, la lluvia o el frío, así como evitar una insolación y sombrear la pantalla de la cámara en jornadas soleadas. Además, de esta forma también podemos rastrear el terreno moviéndonos por pistas y caminos (nunca por carreteras) en busca de los animales, aunque durante este desplazamiento hemos de prestar especial atención de no molestar a otros usuarios, así como cuidarse de no llevar anclada la cámara sobre el ocular del telescopio cuando nos movamos por terrenos irregulares (es más, se recomienda hacerlo siempre como medida de precaución), pues las vibraciones producidas podrían terminar dañando la rosca portafiltros de la cámara y el sistema de unión con la rótula. Pero el fotografiar desde el interior de un coche también presenta algunos inconvenientes, como que el campo de trabajo está limitado a las dimensiones de la ventanilla o que resulta incómodo permanecer en el asiento durante varias horas sin apenas poderse mover.

También debemos considerar que en una jornada soleada la luz solar va a incidir muy negativamente a la hora de visualizar los cuadros en la pantalla LCD de la cámara, por lo que si no se tiene pensado fotografiar desde el interior de un vehículo, hide, observatorio o similar habrá que estudiar la posibilidad de sombrear la pantalla mediante la utilización de un parasol o bien ingeniarse algún otro modo de actuar, como colocar el equipo al abrigo de alguna sombra, que podría ser el propio cuerpo del digiscoper. Si hace viento, debemos instalarnos en algún lugar bien resguardado, buscando siempre la mayor estabilidad del equipo. Asimismo, y siempre que sea posible, habrá que ser previsores y buscar una posición en la que el sol quede a nuestra espalda, de forma que evitemos los molestos y complicados contraluces.

Localización del sujeto y encuadre 

Una vez instalados y con todo el equipo montado ya sólo queda esperar a que algún ave (o cualquier otro animal) se ponga al alcance de nuestro teleobjetivo. Algunos fotógrafos provocan la aparición de diferentes especies mediante el empleo de reclamos y el uso de comida. Sin embargo, la utilización de estos métodos es algo que debe realizarse con muchísimo tacto, sobre todo el tema de los reclamos durante la época de cría, que pueden llegar a causar importantes alteraciones en el estado anímico de los pájaros.

Cuando por fin haga acto de presencia el sujeto deseado entonces deberemos obrar con celeridad, localizándolo en la pantalla y realizando el encuadre correcto. Existen diferentes formas de llevar a cabo esta operación, de forma que la elección entre una u otra dependerá de cuál resulta más cómoda y sencilla de realizar. Hay quienes optan por buscar al ave a través del telescopio, y una vez localizada acoplar al telescopio la cámara (con su adaptador ya colocado previamente) y proceder a la toma de la fotografía; esta manera de actuar facilita notablemente la tarea de búsqueda del ave. Otros en cambio, una vez acoplada la cámara en el telescopio buscan al individuo directamente a través de la pantalla de la cámara (este proceder entraña una mayor dificultad para realizar una rápida localización que en el caso anterior). En estos casos se recomienda rastrear con el mínimo aumento tanto de la cámara como del telescopio, con lo que conseguiremos el mayor campo de visión posible. Una vez localizado el individuo, sin perderlo de vista se van añadiendo aumentos hasta conseguir el encuadre correcto. Toda esta difícil tarea de localización se ve favorecida por el uso de un visor-buscador como los utilizados en las escopetas de aire comprimido pues, como ya dijimos en el capítulo dedicado al equipo, juega un papel fundamental reduciendo el tiempo de inversión en la localización del animal. También comentamos la importancia de que no disponga de ningún aumento, así como de su correcta colocación, próxima al telescopio y convenientemente alineado de forma que una vez colimado correctamente el visor señale al mismo punto que la lente del telescopio.

Debemos saber que el peso extra que supone añadir la cámara sobre el ocular del telescopio puede convertirse en otro serio problema que nos vamos a encontrar a la hora de encuadrar correctamente al sujeto. Este sobrepeso conlleva un cambio en el centro de gravedad del equipo, por lo que si no poseemos una rótula adecuada esto se traduce en el desplazamiento del encuadre más arriba de lo deseado, por lo que para compensar tendremos que calcular, encuadrar y fijar el tornillo del cabezal por debajo del sujeto a fotografiar (con ello se pierde un tiempo realmente precioso que puede dar al traste con la obtención de muchas fotos). La mejor opción para solucionar este desplazamiento consiste en adquirir una rótula robusta, que permita un total anclaje del telescopio. Otra posibilidad, perfectamente complementaria a la anterior, consiste en utilizar un plato largo tipo plong que nos permita reequilibrar el punto de gravedad desplazando el equipo hacia delante. Platos de este tipo se comercializan, aunque aquellas personas aplicadas en bricolaje pueden construirse ellos mismos el soporte a partir de, por ejemplo, una barra de duraluminio. No obstante, si nuestra rótula no nos lo permite, ni se dispone del plato mencionado, podemos solventar el problema  añadiendo un peso extra en la parte delantera del telescopio para compensar el desequilibrio, no es lo mismo pero resulta.

La composición de una fotografía 

Para una mayoría de las ocasiones la composición de una fotografía viene determinada por las propias circunstancias existentes en el entorno, de forma que no será posible elegir un fondo adecuado o eliminar ciertos elementos que estropean la fotografía (habrá ciertas cosas que podrán arreglarse con posterioridad mediante un programa de retoque fotográfico). Otras veces, en cambio, sí que se nos presentará esta oportunidad, por lo que podremos mejorar notablemente el resultado final de la fotografía con tan sólo aplicar algunas pequeñas reglas. La primera es la de decidir qué resultará más conveniente para el resultado final de la fotografía, si optar por un formato horizontal u otro vertical. Esta decisión habrá que tomarla rápidamente tras un estudio del cuadro, de forma que lo aconsejable es decidirse por el primero en aquellas situaciones en las que el sujeto se dispone a lo ancho,  y por el vertical tratándose de animales altos. Por ejemplo, un Gorrión visto de perfil suele retratarse con un formato horizontal, aunque dependiendo de otras poses podría optarse de igual modo por otro vertical; sin embargo, si deseamos retratar una Garza en postura de alarma entonces lo más indicado será seleccionar el formato vertical, de forma que podremos conseguir una imagen completa más próxima. No obstante, esta decisión no siempre está clara, sobre todo si ha de tomarse en unos instantes, por lo que en casos de duda es preferible elegir el formato horizontal, pues resulta más factible corregir en éste una fotografía realizando en el ordenador los recortes pertinentes mediante un programa de retoque fotográfico.

Para conseguir un encuadre correcto de esta Curruca Zarcera se hace necesario el empleo de un formato horizontal. En cambio, esta otra postura adoptada por este Zorzal Charlo en su atalaya hace más aconsejable la utilización de un formato vertical

Otra de las directrices a seguir es la “regla de los tercios”, que consiste en desplazar el motivo central de la fotografía del centro del encuadre, dando siempre aire por delante de la cara del ave, con lo que obtenemos por un lado una presentación más vistosa, y por otro dispondremos de un margen de maniobra en el caso de que el animal se desplace hacia delante justo antes de la toma, de forma que pueda quedar cortada la imagen o con un exceso de aire por detrás, cosa que resulta muy antiestética.

Además, otro aspecto que deberemos cuidar, siempre que sea posible, es el de elegir un fondo uniforme, sin la existencia de elementos secundarios que distraigan la atención, que ayude a aislar y destacar la figura del sujeto que pretendemos retratar. Un problema bastante habitual que se suele presentar al intentar obtener la foto de un animal que se encuentra entre la vegetación, por ejemplo un pájaro descansando en un árbol, es que entre el sujeto y nuestro objetivo exista algún obstáculo que nos impida visualizar correctamente la imagen, por ejemplo una rama, de forma que estropee la instantánea. A menudo este problema, al igual que sucede con el tratamiento de los fondos, se solventa con sólo desplazar ligeramente el equipo, lo justo como para salvar aquel elemento que degrada la imagen. Sin embargo, esto no siempre será posible, por ejemplo, si hemos elegido una posición estática como puede ser un hide o el interior del coche que nos obliga a permanecer quietos y mantenernos a la espera, con la esperanza de que el ave se mueva y se muestre al descubierto.

la situación del pájaro en esta fotografía no es la correcta, pues presenta exceso de aire por detrás del ave

Por el contraio, el encuadre está correctamente realizado en esta otra, siguiendo la regla de los tercios y con un fondo bien escogido

Enfoque 

Una vez que el ave está correctamente encuadrado en la pantalla de nuestra cámara debemos proceder a realizar la operación más delicada, la de enfocar lo más nítidamente posible. Hemos de señalar que el pequeño tamaño de las pantallas que incorporan las cámaras digitales no ayuda en nada con esta labor; además, y para empeorar aún más las cosas, algunas pantallas no reflejan un enfoque real de la escena, de forma que una foto que parece nítida en la cámara no lo es tanto una vez visionada en el monitor del ordenador. Por ello, si disponemos del tiempo necesario, conviene asegurarse e ir realizando pequeñas variaciones en el enfoque a medida que vamos tirando fotografías.

En digiscoping existen básicamente dos métodos de enfoque, por lo que es conveniente ir practicándolos para conseguir el más adecuado a nuestro gusto. Estos métodos consisten en:

a)   Utilizar el enfoque de la cámara colocado en Infinito. De esta forma se enfoca sólo a través del telescopio.

b)   Enfocar con el telescopio y ayudarse del autofoco con la cámara programada en Macro. Con ello se contribuye a afinar la nitidez del enfoque conseguida con el telescopio.

Un enfoque programado en Macro no es el más aconsejable para intentar fotografiar una escena como la reflejada en la imagen. Este Pardillo Común está parcialmente oculto por el ramaje, de forma que el autofoco de la cámara tiene serios problemas a la hora de realizar el enfoque. En situaciones como ésta lo práctico consiste en emplear el modo Infinito, de forma que realizamos el enfoque deseado únicamente con el telescopio

 

En esta otra situación la cosa cambia. Esta Tarabilla Norteña se halla en una percha destacada, sin la existencia de ningún elemento que pueda confundir al autofoco de la cámara, que en este caso sí puede ser el complemento perfecto al enfoque manual realizado con el telescopio

Dependiendo de la situación en la que nos encontremos sería conveniente utilizar uno u otro método. Por ejemplo: imaginemos que nos encontramos ante un Jilguero que se encuentra en su atalaya que es el extremo de una rama desnuda que sobresale de la parte superior de un arbusto, y como fondo tenemos el propio cielo. En esta situación podríamos enfocar sin complicaciones tanto en modo infinito como en macro. Ahora bien, supongamos que ese mismo pájaro se encuentra en el interior del arbusto anterior. En este caso, el entramado de ramas que hay por delante y por detrás del sujeto puede provocar que el zoom de la cámara se vuelva loco al intentar enfocarlo si lo tenemos programado en macro, por lo que nos será más cómodo, práctico y sencillo conseguir el enfoque deseado en modo infinito.

Como ya dijimos en el número anterior, un dato muy importante a tener en cuenta es que en el caso de un ocular zoom las mayores prestaciones las vamos a obtener con el mínimo aumento del telescopio, ya que meter el máximo suele traducirse en una notable pérdida en la calidad de la imagen. Aún así, en condiciones óptimas de luz, viento y proximidad también se pueden obtener fotos aceptables con el zoom forzado al máximo aumento.

Por último, hay que destacar que la ausencia de luz conlleva una dificultad extra a la hora de realizar un enfoque correcto, a la vez que nos obliga a ajustar sensibilidades altas, obteniendo fotografías de inferior calidad. Lo ideal es fotografiar en situaciones de luz abundante, con sensibilidad ISO 100, que posibilite una velocidad de obturación rápida. Desde este punto de vista, la utilización de cámaras réflex suponen una ventaja con respecto a las compactas, pues en condiciones con deficiencia lumínica es posible aumentar la sensibilidad sin el perjuicio que supone para la fotografía la aparición de grano.

Disparo y toma de la fotografía 

Cuando llega el momento final de tomar la fotografía debemos volcar todos nuestros esfuerzos en conseguir reducir al máximo las vibraciones del equipo. A ello contribuye, además del uso de un trípode y de un cabezal robustos, la utilización de un disparador remoto o en su defecto el disparador retardado que incorpora la cámara. Otras formas de minimizar las vibraciones consisten en añadir peso extra al trípode o protegerse de la acción del viento, como ya dijimos anteriormente. Si no se dispone de cable disparador, y no se desea emplear el disparador retardado de la cámara, se pueden disparar ráfagas pulsando el botón del obturador con el propio dedo y  manteniendo (es necesario haber programado la cámara previamente en modo continuo), y seleccionando la velocidad de obturación más alta posible que permita congelar la imagen al máximo (es la forma en la que existen mayores probabilidades de que alguna toma salga buena, o al menos aceptable).

Habrá ocasiones en las que el individuo se sitúe en un lugar muy distante a nuestra posición. En estos casos, conviene asegurar la obtención de alguna instantánea desde la lejanía, aún cuando los resultados obtenidos disten en exceso de ser óptimos. Después, y siempre que nos sea posible, intentaremos realizar una aproximación hacia el animal, tirando fotos cada vez más cercanas, hasta conseguir la imagen más próxima posible del mismo.

 Acerca de fotografiar nidos 

Ya se ha hecho hincapié suficientemente en que la mayor ventaja que presenta el digiscoping frente a cualquier otro tipo de fotografía de naturaleza es que podemos fotografiar escenas muy distantes, algunas de ellas comprometidas como pueden ser la fotografía de nidos, quizás el tema que más controversias causa dentro de la fotografía de naturaleza. Existen retractores que rechazan de forma rotunda esta práctica, aunque la aparición de digiscoping otorga un margen de maniobra precisamente por el hecho mencionado de que no es necesario tener próximo a un individuo para que éste pueda ser retratado. Cierto es que esta técnica nos permite tomar imágenes a una distancia lo suficientemente grande como para que el ave ni tan siquiera se percate de que está siendo observado, aunque las cosas hay que hacerlas bien y en último caso todo depende de los escrúpulos del fotógrafo, de hasta dónde esté dispuesto a llegar por conseguir una buena foto. Hablando de nidos hay que ser contundentes y decir que la tranquilidad del ave está por encima de la obtención de cualquier tipo de fotografía, por lo que ante la menor sospecha de poder estar causando molestias habrá que desistir de inmediato en seguir adelante. Aún más cauto se ha de ser si se trata de alguna especie que se encuentra en un estado de conservación especialmente delicado.

Así pues, y al igual que sucede con el tema de los reclamos durante la época reproductora, la fotografía de nidos es una práctica que ha de realizarse con un cuidado extremo, pues aún creyendo tomar todas las medidas necesarias podemos estar provocando de forma involuntaria que la puesta se malogre. Existen especies que por sus costumbres toleran muy bien la presencia humana, pero en cambio otras son muy recelosas a que ningún humano se aproxime en exceso a su nido, tanto que pueden llegar a abandonar la puesta, incluso si ya han nacido los polluelos. Además, el hecho de permanecer en las cercanías de un nido tiene otra serie de consecuencias que pueden resultar fatales para la suerte de la nidada, ya que sin pretenderlo podemos delatar su presencia a otros depredadores que se encuentran al acecho en las inmediaciones.

Fotografiar aves en vuelo 

La mayor dificultad que se nos puede presentar en digiscoping es el de fotografiar aves en vuelo, una técnica muy metódica que requiere de mucho entrenamiento. Resulta muy complicado localizar al ave con el mínimo campo de visión que proporciona el telescopio, y simultáneamente enfocar correctamente y realizar la toma de la fotografía. Esta dificultad se ve aumentada con el uso de una cámara compacta pues, a diferencia de las réflex en las que se hace uso del visor, es necesario realizar la búsqueda a través de la pantalla. Para estos casos se recomienda realizar también un primer rastreo con el zoom al mínimo, y una vez reflejada la imagen del ave en la pantalla ir metiendo aumentos hasta conseguir el encuadre deseado. El hecho de tratarse de un ave, que se encuentra en continuo movimiento, supone que una vez localizado y encuadrado el sujeto ha de seguirse sin perderlo durante su desplazamiento, realizando pequeños ajustes en el enfoque con el telescopio y disparando ráfagas de forma continuada. Para obtener buenos resultados se hace imprescindible disparar a la velocidad más alta que nos sea posible, no inferior a 1/500, de forma que podamos congelar al sujeto.

Almacenamiento y retoque de las fotografías 

Todas las fotografías obtenidas mediante digiscoping necesitan ser retocadas en mayor o menor medida, utilizando para ello algún programa de retoque fotográfico adecuado (uno de los más utilizados es el Adobe Photoshop). Una vez de regreso, y ya en casa frente al ordenador, debemos transferir las fotografías desde la tarjeta CF de la cámara (o disco duro portátil) al disco duro del ordenador. Es aconsejable guardar una copia del original, que dejaremos intacta por si es necesario echar mano de ella en un futuro. Así pues, realizaremos todos los retoques necesarios a partir de una copia. Llegados a este punto, resulta de vital importancia dominar alguno de los muchos softwares de retoque fotográfico, pues los resultados finales de una misma fotografía pueden ser muy diferentes en función del grado de experiencia de quien la retoca. La mayoría de digiscopers intentan limitar las manipulaciones de las imágenes al encuadre, niveles, curvas, ajustes de brillantez, contraste, máscara de enfoque, corrección de color.

Importante: Sé precavido y hazte una copia de seguridad de las fotografías originales. De este modo te evitarás un gran disgusto si por cualquier imprevisto pierdes la información contenida en tu ordenador.