Todas
las aves son ovíparas, es decir, ponen huevos de los que nacen los
polluelos. Excepto algunos casos (patos, por ejemplo), las aves
carecen de órganos copuladores, y para la mayoría de las especies sólo
es funcional el ovario y el ovioducto izquierdo. El huevo se forma en
el interior del cuerpo de la hembra. Antes de comenzar la puesta, la
hembra empieza a picotearse la zona ventral para dejar al descubierto
la llamada placa incubatriz, que es la zona del cuerpo que
proporcionan al huevo el calor necesario, ya que por por ella pasan
multitud de vasos sanguíneos. Cuando el huevo está formado es
expulsado al exterior y depositados en nidos
más o menos elaborados (en algunos casos son depositados simplemente
sobre el suelo).
El
huevo está protegido por una cáscara caliza muy delgada, pero dura y
resistente; además la superficie es porosa para permitir la respiración
del embrión. En su interior se encuentra la clara (sustancia que
contiene albúmina entre otros importantes componentes) y la yema (que
contiene gran cantidad de vitelo nutritivo). El huevo sometido al
calor propio de la incubación, que se desarrolla en torno a los 38-39ºC,
adquiere vida y se convierte en embrión; éste va creciendo, y lo que
en un principio era un pequeño punto insignificante va adquiriendo
forma; el embrión se va nutriendo de las sustancias que contiene la
yema; a medida que el futuro ser va creciendo, va extendiéndose
primero por la yema, y después por la clara hasta abarcar la
totalidad del interior. Una vez formado el polluelo, sirviéndose del
diamante (minúscula protuberancia córnea situada en el extremo de la
mandíbula superior que desaparece a los pocos días de nacer) rompe
el cascarón.
El
período de incubación no es el mismo para todas las especies, pues
mientras que para los pequeños paseriformes dura entre 12 y 13 días
en las rapaces y otras aves mayores el ciclo incubatorio se alarga
varias semanas. Los polluelos al nacer se clasifican en nidófilos y
nidífugos. Los primeros, también denominados nidícolas o insesores,
son aquellos que nacen desnudos, ciegos e indefensos y permanecen en
el nido hasta que son capaces de volar, periodo durante el cual son
alimentados por los padres pues son incapaces de valerse por sí
mismos. La permanencia de los polluelos en el nido varía entre las
dos semanas propias de los pájaros pequeños y varios meses, como
sucede con las grandes rapaces. Pasado este tiempo los jóvenes son
capaces de emprender el vuelo y de comenzar a valerse por sí mismos,
aunque la mayoría aún siguen dependiendo durante un tiempo de los
cuidados de los padres, hasta que llega la definitiva emancipación.
Las
especies nidífugas en cambio son aquéllas cuyos polluelos nacen con
el cuerpo cubierto por plumón y que a las pocas horas de nacer son
capaces de abandonar el nido por sí mismos y seguir a sus padres. Aún
así, los polluelos de este grupo están sometidos durante un tiempo a
la estrecha vigilancia de sus progenitores.
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