Uno
de los grandes espectáculos que la naturaleza puede
ofrecernos es el de poder contemplar a las aves en su
medio natural: las subidas y bajadas por los troncos y
ramas del trepador azul (Sitta europaea), el descenso de
un grupo de buitre leonado (Gyps fulvus) en pos de un
cadáver, la danza nupcial del somormujo lavanco
(Podiceps cristatus)... son algunas de
las muchas escenas
que podemos encontrarnos en nuestras salidas al campo. Para ello hemos de tener una buena
dosis de suerte para estar en el lugar y momento
oportunos. Sin embargo, esta "suerte" podemos buscarla y
propiciar la observaciones de esas escenas, para ello puede bastar con
solo tener unas ciertas nociones de la vida
del ave. Así por ejemplo, si sabemos que el Somormujo lavanco frecuenta
los embalses y que una buena parte de su celo se desarrolla
entre marzo y mayo, entonces ya tenemos una mínima información que
pueden permitirnos el observar el espectacular rito
nupcial de este ave.
Pero además del
conocimiento de las costumbres de vida de las aves, antes de salir al
campo hemos de tener en cuenta una serie de nociones, que
nos pueden servir de una inestimable ayuda a posteriori. En primer
lugar, es aconsejable no salir al campo en solitario si se pretende realizar recorridos desconocidos y/o por
terrenos abruptos, ya que se es sumamente
vulnerable a cualquier tipo de incidente; en cualquier caso, siempre
dejar conocimiento del lugar que se pretende visitar. Asimismo,
hemos de salir provistos de comida y bebida (aún con
más razón si la excursión dura varias horas y se
realiza con calor), así como llevar en el vehículo un botiquín básico de
primeros auxilios que nos permita solventar
pequeños accidentes; y para no perder el norte en nuestras correrías campestres tampoco está de más llevar una
brújula o GPS; el omnipresente teléfono móvil
también puede sernos útil en determinadas situaciones,
pero ¡OJO! una inoportuna llamada puede echar por tierra
una observación largamente planificada. La ropa también es
fundamental, por un doble sentido: por un lado, debemos realizar una
correcta elección de la vestimenta según la época del año y
temperaturas reinantes, debiendo ser especialmente previsores durante el
periodo invernal, ya que se pueden producir cambios muy bruscos de
temperatura en muy poco tiempo, especialmente si nos encontramos en la
alta montaña; por otro lado, nuestro objetivo es el de observar a las
aves (y no a la inversa), por lo deberemos intentar acercarnos lo más posible
sin levantar sospechas ni causar molestias al animal; es por ello que lo más recomendable es utilizar colores oscuros
que no destaquen ni resalten nuestra silueta entre el
medio (los colores más propicios para estos menesteres
son los grises, pardos, azules y verdes mate oscuro). También el calzado es
un factor importante, pues hemos de buscar
la máxima protección del pie a la vez que la comodidad
para afrontar una larga jornada por terrenos que no siempre serán fáciles.
Pero lamentablemente no
siempre será posible el observar a las aves a una corta distancia, pues
la mayoría de las especies son bastante desconfiadas y
esquivas. Así pues, se hará necesario el salir con un mínimo material
óptico que nos facilite la observación, de modo que el uso de unos
prismáticos se hace de obligado cumplimiento. El mercado ofrece una amplia gama de
modelos con una gran variedad de prestaciones (aumentos, peso, diseño,
etc). Es importante tener en cuenta con la óptica que a medida que crece el número de aumentos se
va reduciendo el campo de visión, lo que llegado a un
punto nos puede dificultar el seguimiento de un ave;
asimismo, cuanto mayores son los aumentos mayor también es peso de los prismáticos.
Unos buenos prismáticos para la observación de aves son aquellos que tienen entre 7 y
10 aumentos, si bien mi opinión, y en función de la experiencia
acumulada, considero que unos 10x42 son los más apropiados.
Sin embargo, en algunos casos el aumento
que ofrecen estos prismáticos se nos quedará pequeño a la hora de
captar determinadas situaciones (la observación de aves
acuáticas en grandes lagunas y embalses, por ejemplo), por lo que deberemos optar por la adquisición de
un telescopio
terrestre que nos permita obtener un mayor
aumento (normalmente entre 20 y 60x). Ahora bien, la opción de elegir
un telescopio como herramienta de observación supone ser conscientes de
la necesidad de portar con un mayor peso en el equipo, pues se hará necesario llevar, además, un
trípode. Afortunadamente, los fabricantes van ofertando cada vez más
material ligero (sobre todo en trípodes) que alivia el porte del
equipo.
También es recomendable
llevar una guía de identificación y un cuaderno o libreta de notas donde ir
apuntando todo
lo que vamos observando durante el recorrido. En esta libreta se
debe de anotar el nombre de las especies observadas
acompañadas de la hora de observación, condiciones
atmosféricas existentes en ese momento, hábitat en el
que ha sido observada, actitudes que presentaba, y otra
serie de datos que se puedan percibir y que nos pueden
proporcionar un mayor conocimiento del ave. Puede suceder
que al encontrarnos ante un individuo determinado, por
diversas causas (por ejemplo, no tener una guía a mano), no seamos capaces de identificarlo in
situ, en
ese caso anotaremos el mayor número de características
posibles que nos permitan una posterior identificación
mediante la consulta bibliográfica. En estos casos, siempre
que sea posible, hemos de describir lo más
detalladamente posible el colorido del plumaje, prestar
atención al tamaño y a la silueta del ave, tamaño y
forma del pico, color del pico y de las patas, actitudes
reiterativas (por ejemplo, sube y baja la cola
espasmódicamente), el ave está sola o en grupo; todos
estos datos por separado quizás no nos ayuden mucho,
pero la combinación de varios de ellos hace que en un
alto porcentaje se acabe por identificar a la especie
hasta ese momento desconocida.
En cualquier caso,
resulta de vital importancia el tener presente en todo
momento que en el campo debemos comportarnos cívica y
discretamente, pasando lo más desapercibido posible y
sin alterar el medio ni perturbar a los animales.
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